viernes, 20 de julio de 2012

LIBROS ABANDONADOS



Desde pequeña me han gustado los libros. Amaba los libros como mis segundos amigos. Me abrían un universo  por conocer, me enseñaban, me hacían compañía.

Hoy yacen en la biblioteca polvorientos, abandonados...rodeados de tela de arañas...

Amigos me regalan nuevos libros...Que agradezco con una triste sonrisa. No sé como decirles que no puedo leer.

Se lee para instruirse, para saber, para descubrir, para curiosear, para disfrutar, para emocionarse, para soñar....

Uno siente cuando se le ha ido la vida. Cuando el vino  no sabe igual que antes, cuando la música se vuelve aburrida, cuando los dulces ya no alegran el corazón y cuando no se tiene deseos de leer más.



Un profundo silencio rodea a mis libros. Ya no pueden hablarme. No tienen nada que decirme. Es como una amistad que se rompió y que se extraña.

Suele empezar con los amigos de carne  y hueso. Uno se va alejando lentamente. Ya no hay consuelo, no hay palabras. Todo esta dicho.



Lo mismo sucede con los libros. Allí están, mudos testigos de que nada fue como dijeron que era la vida.

Cuando llega el dolor, también ellos se callan. En realidad hay  muy poco escrito sobre el dolor. 

Todos los libros que dicen hablar sobre el dolor, no son más que como esos amigos hipócritas que se acercan como buitres para darte el tiro de gracia.

Cuando hay dolor, sólo hay silencio. Hasta Dios se calla.



Y un libro se convierte en un montón de palabras, cuyas hojas de papel, no sirven, no sirven para secar las lágrimas.

Hay un libro muy especial, que resiento enormemente no poder leerlo: La Sagrada Escritura. Cuando  no pude leerlo más, supe que estaba en serios problemas.

El único libro que puedo leer es mi alma, mi dolor, mis lagrimas. Sentada en la oscura buhardilla de mi ser, cubierta con la manta de la fatalidad, con guantes de lo inevitable, bebiendo ajenjo como consomé.



La soledad es inmensa, inmensa, infernal. Y los libros...están en otro mundo...lejos de mi, muy lejos de mi prisión....lejos de mi desesperación.

Dónde yo estoy, nadie más esta. Y las pocas palabras que puedo escribir, no alcanzan, no son suficientes para describir...el horror inmenso que consume  mi alma.

A pesar de todo esto, sé que aún sangro...la vitalidad corre por mis venas muy a pesar mio.Es por eso que puedo decir que agonizo de una manera desgarradora.

Le he pedido a Dios, que si tuviera que morir, quiero estar presente cuando eso suceda. Bien consciente de mi misma. Al pie del cañón con la misma muerte. Vivir antes de morir.Quiero entregar mi alma.

Nunca le dije cuando debía empezar a agonizar. El Señor decidió que agonizara con toda la salud encima, con la muerte en lontananza.

Como un Prometeo, cada mañana me levanto y me pregunto ¿por que no muero?

En el Purgatorio hay esperanza. Más  mi vida sin mérito alguno, no hay ninguna.

¡Libros! Hablenme de por qué Dios calla y los leeré.




El Señor da y el Señor quita.

En el páramo  desierto dónde habita mi alma, reconocerlo...da profundo temor.....y angustia....

Dicen que el Infierno es dónde no está Dios. 

Tampoco  hay bibliotecas.



 © Drakia Von Thaubergh.









lunes, 9 de julio de 2012

LA BESTIA Y EL JOVEN HERMOSO

LA BESTIA Y EL JOVEN HERMOSO





Una adaptación de © Drakia Von Thaubergh
 basada  en el Original
 “La Bella y la Bestia” de Beaumont- Villeneuve
Todos los derechos reservados

Era invierno cuando nació. Ese día en el castillo, se juntaron familiares, parientes y amigos. Hasta las hadas fueron convocadas.



Cuando llegó el momento de los buenos augurios, el Hada Mayor, la más anciana, habló primero. Y sentenció que sobre la niña sobrevendrían terribles maldiciones cuando cumpliera 15 años. Anunció que se volvería horrenda.

Todos los concurrentes la miraron estupefactos. Y antes que alguno pudiera decir nada, el Hada escapó raudamente por la ventana.

Las hadas restantes quisieron consolar a los padres, dándoles bendiciones a la niña. Pero todos estaban muy asustados. Sabían que las palabras del Hada Mayor pesarían más que todas las bendiciones.

Entonces se acercó un anciano sabio, un eremita. Miró a los apenados padres y entonces soltó un conjuro: La niña se mantendría a salvo mientras no saliera del castillo, pero si salía, la maldición del Hada mayor caería sobre ella. Para poder tener una esperanza de poder ser rescatada debía, en algún momento de su vida, retornar al castillo. Y quedarse allí de por vida. Ella debía ser custodia de la Biblioteca de los Di Angelo, la Biblioteca que  le fuera heredada de sus ancestros,  de miles de años de tradiciones y fe. Ella podría comunicarse con sus semejantes a través de cartas y escritos, pero jamás cara a cara, saliendo del castillo. Tendría el don de la videncia. Y para volver a su estado original, la princesa debía ser amada, debían solicitarla en matrimonio y casarse con ella. Eso era  lo único que rompería el hechizo. Pero debía ser antes de que cumpliera los 35 años, de lo contrario, ella moriría sin volver a su primitiva forma.

Los padres de la princesa cobraron esperanzas en cuanto el anciano dijo que si no salía del castillo, la niña no recibiría la maldición. Y se quedaron tranquilos pensando que sólo eso bastaba.

La niña creció leyendo casi todos los libros de la Biblioteca de los  Di Angelo. Era tímida e ingenua. Pero se sentía muy sola. Sus padres cubrían los ventanales de pesadas cortinas para que la niña no viera el exterior y no se tentara. Así que no conocía el mundo. Jugaba con niños que le traían sus mismos padres y aprendía las letras; los números, con los maestros que los visitaban al castillo. Era una niña dulce, atenta con sus padres, llena de sueños, amante de las artes.

Pero la princesa Kiara era muy curiosa, todo cuanto estaba oculto ella quería conocerlo. Y cuando se hubo recorrido todos los rincones del castillo, leído todos los libros, inspeccionado la mínima sombra que se moviera en las habitaciones; la asaltó la terrible tentación de salir del castillo.

Al principio lucho contra esa tentación. Ella sabía muy bien lo que le sucedería si salía. Lo sabía a través de sus padres, de las hadas buenas y sobre todo  a través de su don clarividente.

Pero como toda tentación, a medida que aumenta, se ve menos peligrosa y sumamente atractiva a medida que transcurre el tiempo. Y a los cercanos 15 años, la niña ya planeaba su fuga.

Llegó el esperado decimo quinto aniversario de su natalicio. Transcurrió con ansiedad, casi sin festejos. Una angustia vehemente  acosaba a sus padres. Temía el desenlace fatal.

Pero los días pasaron y nada ocurrió. El padre se fue entonces a ocuparse de asuntos de negocios en tierras lejanas, dejando la custodia personal en manos de la madre de la princesa.

La madre de la princesa empezó a añorar a su esposo. La nostalgia la consumía y le lloraba cada día. La ausencia de su marido la distrajo enormemente en el cuidado de su hija. Pasaba horas mirando por la ventana. No comía ni dormía. Amaba intensamente a su esposo y los días le pesaban. En dos meses había hasta olvidado la existencia de su hija.

La niña dolida por esa desatención inesperada, toma la resolución de que era el momento perfecto para efectuar la huida. Y así, una noche de verano, huye, amparada por las tinieblas.



La metamorfosis fue lenta…muy lenta. Empezó primero con los dientes, luego con sus cabellos, sus  manos;  al final le salieron garras. Sus ojos se volvieron extraños, con una luz macabra. Y a medida que pasaban los meses y los años, su transformación se iba haciendo  más completa.

Pero no fue sólo externa su mutación. Se volvió perversa, sanguinaria, bestial. Acechaba a sus víctimas para saciar sus apetitos carnales y alimenticios. Dejo de ver la luz del sol.



Era lasciva, inmisericorde, malvada. Su alma era negra y  profunda como un infierno. Imponía el miedo entre las gentes, asustaba con sus delitos. Fue así por 10 largos años.

Ya hartos,  los pobladores señalaron su venganza a tantos crímenes. Y le tendieron una trampa.  Pusieronle dos carnadas humanas en medio de las ruinas de un castillo. La Bestia fue, atraída por el olor de sus cuerpos, untados en sangre. Y cuando estuvo cerca, le cayeron encima sus perseguidores, armados con antorchas con fuego y lanzas; hiriéndola, golpeándola repetidamente, hundiendo sus lanzas candentes en sus carnes. Cuando creyeron que había muerto, la abandonaron un instante. La Bestia aprovechó para huir despavorida.



Recorrió campos lejanos, mojados en rocío y niebla, con paso torpe y vacilante. Llegó a su antiguo castillo. Sus padres, conocedores de su huída, se transformaron en dos gárgolas que custodiaban la entrada del castillo. Fue un acto de piedad de las hadas buenas.



La Bestia, cuyo susto le azotaba el alma, juró no volver  jamás a la civilización. Permanecería encerrada como una ermitaña, custodiando los libros amados de la Biblioteca. Volvería a ser una princesa, la princesa Kiara Di Angelo. Volvería a ser digna.

Y así vivió por 5 años, rodeada de buenos libros, que ella volvió a leer con renovada curiosidad, instruyendo su alma, tomando la fe de sus padres. Era una vida apacible, rutinaria, triste y solitaria. Nadie la acompañaba y los días se hacían intensamente largos. 



Controlaba su enardecimiento animal a base de ayunos, votos, azotes  y penitencia. Se entretenía bebiendo de la  sabiduría de viejos autores, ancestros sabios. Pero no bastaba y a veces lloraba intensamente su frustración.

Calmaba su soledad  recibiendo y respondiendo correspondencia de viejos bibliófilos, monjes y eremitas, a la que con el tiempo le sucedieron jóvenes amantes de las buenas costumbres. Todos pensaban que la princesa Kiara había vuelto y que había tomado posesión del castillo luego de un largo viaje, que había vuelto enferma tras un trágico accidente y que por eso no se mostraba en público. Nadie sabía que aún era la Bestia y que escribía esas cartas con dedos afilados por largas y siniestras uñas.

A los 30 años  recordó que le quedaban  sólo 5 años de vida. Escribió a viejos monjes para contarles su situación. Éstos formaron un concilio, presididos por aquel anciano que le dio el conjuro y dictaminaron que era conveniente que buscara pretendiente.  La Bestia se preguntó cómo sería posible, ya que su apariencia era aterradora y no habría quien la quisiera. El más anciano de los eremitas la consoló diciendo que aún si no conseguía quien la amara, la muerte vendría presta en pocos años y la libraría de ese cuerpo infernal. Que se consolara en los libros, sublimando con el intelecto, los impulsos bestiales que sufría.



La Bestia decidió publicar una proclama, en dónde decía que buscaba pretendientes y que estos debían aparecer  en el salón del castillo, dónde sería probados con una prueba de audacia. En esa prueba debían mantenerse estoicos e inconmovibles, de lo contrario, perderían y serian rechazados como pretendientes.



Al poco tiempo  se presentaron los  aspirantes y  fueron recibidos uno a uno en el salón.  La princesa Kiara dejaba la puerta abierta para  que  pudieran entrar al salón y sólo después aparecerse, algo disfrazada, para que no reconocieran a la popular Bestia. Todos, huyeron despavoridos. Ninguno llevó a cabo con éxito la prueba.

La princesa lanzó una nueva proclama, en el que decía que la prueba había fallado y que se retiraba  al Animal al calabozo. Que no se presentaran postulantes.

La Bestía salía  a veces, por las noches de verano, a recorrer los bosques solitarios de su reino. En uno de esos viajes encontró a un leñador dormido. La princesa le hablo en su sueño, oculta en las sombras nocturnas de los árboles,  y el leñador se enamoró de su voz.

Volvió  el leñador varias noches y la Bestia cobró confianza y se mostró en la penumbra. El leñador, que no veía bien,  le declaró su amor. Y la Bestia estuvo contenta por unos días…hasta que se dio cuenta que el connubio no aparecería jamás…sobre todo porque el leñador no la conocía verdaderamente. Dejo de recorrer los bosques, abandonando en su soledad al leñador.



Acongojada por tal evento, le escribió a un joven que se gano su corazón y confianza por su conocimiento y sus sabias palabras. Le contó su desventura con el leñador La correspondencia fue fluida y pronto surgieron muestras de afectos. La princesa se enamoro de su interlocutor lejano y cuando creyó que el momento era afortunado, ella, ciega totalmente, le declaró su amor. 

Aquel joven pareció corresponderle y las palabras afectuosas y requiebros se sucedieron. Más la princesa Kiara sabía que para que se pudiera romper el hechizo, su pretendiente debía conocerla en verdad y de éste modo amarla y casarse con ella… Entonces le confesó, por carta, que ella era la Bestia que alguna vez había azotado al reino.

La respuesta del  aquel joven  no se hizo esperar. Le escribió una carta escueta y cruel, en que la rechazaba sin más explicaciones.



La Bestia sintió en lo vivo ese rechazo. Ni siquiera la había visto  y la rechazaba. No importó que ella revelara su alma, tal como estaba ahora, pulida en virtudes y sufrimientos,   en largas penitencias. La herida que le causó a su corazón fue peor que cuando  aquellos pobladores la golpearon e hirieron con sus lanzas.



Envejeció su alma unos 20 años. La tristeza se apoderó de su alma, junto con la desesperación. Abandonó los libros amados. Dejó de escribir correspondencia. Cerró todas las ventanas con aquellos pesados cortinajes que conoció su infancia. Pronto la ruina se apoderó del castillo y los matorrales y la maleza llenaron los jardines del castillo. Las telas de arañas constituían el ornato de habitaciones vacías, desoladas. Las paredes se volvieron sombrías y ya la luz era tenue en el castillo. Pocas velas alumbraban aquellas habitaciones de espejos quebrados. La Bestia no entendía el sentido de su existencia, no le encontraba sentido a la vida.



Tenía 33 años cuando escuchó llegar un caballo en las afueras del castillo… Y la curiosidad fue más grande que su tristeza. Se asomo, temblorosa a la ventana. Vio a un joven hermoso apearse del caballo muy dificultosamente y caminar a duras penas hasta el castillo. Se lo veía herido. El caballo parecía cansado, ya que  seguía  a su amo lentamente. El joven debía creer que el castillo estaba abandonado y por eso buscaba refugio en él.

Corrió apresurada a encender más luces y luego abrió las puertas. Y se escondió en una de las habitaciones. Y esperó.

El joven, tal  como ella esperaba,  entró al castillo y se recostó en una cama de una de las habitaciones que encontró iluminada. Y se quedó dormido.

Al amanecer encontró un suculento desayuno en el dormitorio, y al pie de la cama, ropa limpia y nueva. Una nota decía que su caballo se encontraba bien y que había sido servido.  El joven  se alimentó y se vistió. Cómo aún estaba lastimado, se deslizó lentamente hasta el salón. 

No había nadie. Afuera llovía a cántaros. Se sentó en un gran sillón. En una mesa de junto  había una botella de vino y una copa. Se sirvió.  Y en minutos se quedó dormido. Estaba muy cansado.

Cuando despertó, tenía una  mesa puesta delante de él, con deliciosos platos. El silencio era muy grande y aún así el joven no se sentía solo. Luego de comer, volvió a quedarse dormido.

Se hizo la noche. La luz de la luna entraba  por los grandes ventanales. Las cortinas habían sido corridas y muchas velas iluminaban el oscuro salón.

El muchacho estaba consciente de no estar solo. Y como se sentía mejor, luego del refrigerio y el sustento abundante, se incorporó torpemente y preguntó en voz alta sobre quién habitaba la casa.
La Bestia se asomó temerosa, y se mostró a cara desnuda ante el joven. Este se asombro. Quedose en silencio un buen rato. Pero no huyo. Estuvieron un largo tiempo sólo mirándose, hasta que la princesa Kiara le pregunto su nombre al joven. 



Así supo que el muchacho se llamaba Giovanni. El muchacho, al ver que no le hacía ningún daño y que la Bestia tenía una mirada triste aún en sus ojos raros, siguió hablando con ella. Giovanni le contó que su familia estaba en apuros y que había salido de viaje, en busca de hacer algún negocio que llevara dinero a su familia.  Su padre había muerto y su madre y hermanos estaban solos a merced de los bandidos del lugar, ya que dónde vivían era un pueblo un poco olvidado por la justicia. Y que estaba en ese asunto cuando sufrió un accidente con el caballo y se cayó muy mal. Y lo más próximo que  encontró fue ese castillo. Y que debía volver urgente con su familia.

La princesa Kiara le contó entonces que poseía el don de la videncia y que en ese momento su familia se hallaba bien. Le dio detalles de su hogar, así el joven supo que no mentía. La princesa se  ofreció cuidar de él hasta que se recuperara y luego podría irse. El joven aceptó la hospitalidad de la Bestia con la condición de que estaría siempre al tanto de su familia.

Era verano cuando se instaló y las lluvias eran abundantes. La herida del muchacho era seria. Tardaría meses en componerse.

La Bestia fue solícita con él y todos los días curaba y vendaba la herida de la pierna de Giovanni. Sin duda se había quebrado también, de ahí que  se desplazaba muy poco por el castillo. El muchacho le manifestó a la princesa que amaba a los libros, asi que Kiara le acercaba todos las semanas libros de su Biblioteca. El muchacho no tardo en sentirse a gusto en el castillo.

Y así, la princesa colmaba de atenciones al joven y Giovanni comenzó a cobrar afecto por la Bestia. Ambos se sentían cómodos en esa acompañada soledad. Y pasaron los meses y llegó el invierno con sus nieves. 



La Bestía no ocultaba su amor por aquel hermoso joven. Se lo hacía saber en mil pequeños detalles. Y Giovanni parecía corresponderle. Pero cuando, en una cena, salió a la luz el tema; el muchacho  manifestó que la amaba, pero que no podía hacer nada ya que tarde o temprano debía volver con su familia y resolver muchos asuntos. Que sólo un amor amistoso le podría ofrecer. Que necesitaba tiempo.

La Bestia se negaba concederle ese tiempo. Sabia, en sus dones clarividentes, que el joven podría no volver nunca.  Y eso la Bestia no podía soportarlo.



Pasaron algunos días más y el joven se hallaba repuesto y saludable, dispuesto a irse. La princesa comprendió que era inevitable que se fuera. Y con lágrimas en los ojos, decidió dejarlo ir, con la condición de que arreglara sus asuntos, finalizara contratos y se despidiera de su familia en  dos semanas y volviera con ella, para siempre.

Giovanni  entonces buscó su caballo y se fue hacia su hogar.

La Bestia quedó triste, expectante, aguardando el regreso de su amado. Como lo había hecho su madre, cuando su padre salió de negocios; velaba también ella frente a la ventana sin cesar, sin comer ni dormir. Se ahogaba en lágrimas de nostalgia.



Y  pasaban los días y Giovanni no regresaba.



Los negocios se le habían hecho complicados y su madre tenía problemas impostergables… Y pasaron dos semanas. Pasó otra y otra.

Aquel joven hermoso recordó la promesa que había hecho a la Bestia. También la extrañaba profundamente. Y se dio cuenta que la amaba. 

Se despidió de sus familiares y partió velozmente al  castillo.

Halló a la Bestia acostada en su dormitorio, en un castillo a oscuras, completamente abandonado.

Estaba moribunda de pena.



Giovanni lloró al verla así. Y entre lágrimas le confesó que la amaba y que se casaría con ella lo más pronto posible.

En ese instante, la Bestia, toda ella se iluminó. Y cuando el joven pudo volver a verla, vio que en su lugar yacía una hermosa joven, la princesa Kiara.



Entonces, ocurrida las nupcias, volvió la alegría al castillo. Todo volvió a florecer y reverdecer.

La Bestia por fin pudo ser feliz. Kiara y Giovanni no volvieron a separarse nunca más.



FIN

Nota del blog: Este cuento tiene un final alternativo. No se publicará aquí por protección de propiedad intelectual perteneciente a  © Drakia Von Thaubergh. Todos los derechos reservados.

Algunas Ilustraciones son de Favole (Victoria Frances)










lunes, 2 de julio de 2012

CEMENTERIO DE SUEÑOS





Hay un lugar que es mucho más sombrío que la Muerte y mucho más claro que el Infierno.

Es el Cementerio de los Sueños Muertos.

Consiste en una floresta con la luz de un sol extraño, un sol que es siempre mañanero, que no se pone nunca.

 Los colores son raros, por momentos brillantes y por momentos sepias…

Las risas se escuchan lejanas, como un arroyo a lo lejos. Las palabras danzan suaves, como  copos de nieve. Y las melodías se repiten una  y otra vez, por cada Sueño Muerto.

Allí hay una niña, una niña que ríe feliz, rodeada de unos padres amorosos, que también ríen con ella. Hay una casa de paredes de salmón, con muchas rosas y mucho sol. La casa se llena de familias y niños. Y las tertulias y juegos se suceden en una mañana siempre eterna…



En otra hectárea hay una adolescente, blanca y pálida como la nieve, de rostro severo y mirada profunda, celeste. Esta sentada y teje entre sus manos. Teje pensamientos claros como la albina lana. Sueña con un futuro puro y casto, sentada en su torre ebúrnea, custodia del Cementerio.  Sus padres, a  lo lejos; velan guardianes su Cofre de Sueños de Doncella. Han hecho el pacto de que  no habrá asuntos que interfieran en el Porvenir de su hija. El Amor los mantiene fuertes, unidos en una mañana siempre interminable.



Una plaza, con numerosos bancos y árboles que susurran, enfrentan a la Iglesia de éste Cementerio. Allí, sentada en uno de estos bancos, justo enfrente a la puerta del templo;  una novia blanquísima espera, con un borbotón de rosas blancas y un vestido de nubes. El brillo de su mirada es un Paraiso preñado de todos los Sueños de éste Cementerio. Y ahí aparece el novio, el bendito de Dios, el esperado, el elegido desde siempre. Es tan blanco, que no parece real, su rostro no se ve más que como un sol, cómo un reflejo de su fe. Sus manos firmes, conducen a la novia al camino seguro, al de las Mañanas Infinitas, las que no son de éste Cementerio.



Más allá, en un cerro, vecino a las nubes, una casita alberga una cuna. Una madre titila sobre ella, con su inmenso vientre lunar. Un arcón lleno de ropas de bebe, como retazos etéreos de mil sueños  muertos, duermen felices, aguardando. Y muchas risas de bebe, que se evaporan lentamente, en un profundo eco…un eco terrible. Este Sueño es el más brillante…y el más horrorífico de todos. El Sol brilla alucinante sobre él, como una mañana congelada en el mismo minuto.

Más allá se ven niños jugando en un parque, con tantas risas….Una madre que se reparte como un cálido tazón de chocolate, sin dejar ningún huérfano ni ninguna flor marchita ni ninguna lágrima. El sol hasta canta y se mueve en su mañana onírica.



Aún más lejos hay una pareja de ancianos, sonrientes, rodeados de nietos. No se sabe si son los padres de la novia o la novia junto a su cónyugue, en la ancianidad. No importa, es la  misma imagen repetida. Y la misma mañana.



Hay otra torre de marfil.  Es la otra custodia del Cementerio de los Sueños Muertos, la que lo cierra. No hay una Doncella en ella. Es un ángel consagrado a Dios. Aquí el sol no es tan fuerte y la mañana se ve gris. Pero el ángel brilla como un sol mañanero, con sueños que no morirán jamás. Este Sueño muerto también es uno de los más terribles.



Aquí, ya en una vista más panorámica,  un visionario sol, casi fantasmagórico y gigante, rodea con su luz al Cementerio, como anunciando algo, como queriendo decir en un grito inaudible….que todo esto tan bello, es un maldito Cementerio de Sueños. Parece anticiparse a aquel cartel, que Dante viera… “Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza ".

Es por eso que yo no sueño. No sueño más.



© Drakia Von Thaubergh



martes, 26 de junio de 2012

EL HADO



El hado, o el destino, es algo que he tratado de enfrentar desde que tengo uso de razón. He luchado contra el destino tantas y tantas veces. y me he preguntado si tengo de qué quejarme.

Mi vida no ha sido especialmente miserable, sino sólo muy triste. Y he sido dotada de una inteligencia tal, una sensibilidad tal, que cualquier dolor me cala  profundamente; al punto de poder ver en corazonadas hacia el futuro, un futuro que no puedo prevenir.

Yo sé que aquí diré cosas que no debería decirlas. Quizás otros no deberían decirlas, pero yo las diré...porque ya  no queda lugar en mi pecho para retenerlas.

He de decir que en materia de fe, de fe en Dios, me siento en franca decadencia. Tampoco nunca fui mujer sutil como para que cualquier cosa me la arrebate. No...fue un trabajo diabólico de años. De muchos años. De casi toda la vida.

Para derrotar una fe grande es necesario clavar la estaca en lo más profundo. No me considero apostata, pero si perdida. He dejado de comprender.

Recuerdo que los grandes apostatas fueron antes de su caída, grandes propagadores de la fe. Luchadores de Dios. Hombres valiosos, de gran entereza.

Me he preguntado que otro pecado cometieron ademas de la soberbia, para caer....porque eran grandes rezadores también. Hombres de rodilla frente al sagrario. Marianos.....¿Que les pasó?

Los ángeles lloran la pérdida de esos hombres...y no sólo por eso, sino por que con ellos arrastraron a muchos con ellos.

¿Estaba en el Destino que Dios no escuchara sus súplicas, sus más íntimos llantos?

¿ Cuáles son las oraciones que escucha Dios? No, no me vengan con discusiones tomísticas, que ya las leí, ni tratados de teología, que me las sé.

A Dios no le gusta ser cuestionado.  Se lo hizo a entender a Job. El asunto es que Dios le hablo a Job. Y con eso Job quedó conforme. Se rompió el fúnebre silencio de Dios.

Se hablo largamente de la Misericordia de Dios en casi todo el Libro de Job...

Y contra lo que se pensaba, los amigos de Job obraron mal...


Hay millones de niños que son fecundados sólo para morir, ya sea espontáneamente, ya sea en manos criminales de madres asesinas.

Niños que nacen para pasar hambre toda su vida.

Niños que nacen enfermos, paralíticos.

Niños que son abusados, física y sexualmente.

Y así, crece la gente desdichada. Los pobres mueren mal. Los delincuentes arrebatan la vida de nuestros seres amados.

Uno se pregunta para que vinieron al mundo. Sólo para sufrir.

Sé de gente que se pasó su vida rezando, haciendo actos piadosos...y vino la muerte y se los llevó sin aviso, sin Sacramentos....

Claro que el morir con todos ellos no es garantía de nada. Sólo Dios sabe lo que pasa en el último segundo en que entregamos el alma.

Ah, pero el Destino....

A veces Dios no se deja oír ni con mil ayunos y penitencias. Y ahí es dónde el peso del Destino cae sobre uno.

Aquí es dónde entra el Santo Abandono, tan hablado por hombres santos....Y es bueno para el alma el pasar por aquí....excepto cuando la mancha del pecado entra...y ahí...el Abandono es total...

Hay muchos Abrahamnes en la historia. Pero no muy pocos sobrevivieron a la dura prueba que sufrió el Patriarca.

Una Virgen Madre quedó como una columna en pie, frente a la fe devastada de todos. Ella cargaba con la fe de toda la Iglesia naciente hasta el domingo de Gloria.

Pero son Legión los que sucumben a los estragos del Destino....Enriques Octavos, Luteros, Calvinos, Voltaires, Justiananos...

Desde chica he luchado contra el Destino. Lo he querido forjar a mi modo. No he sido jamás de los que quedan con los brazos cruzados.

Un amigo me dice que mi problema es ese, que nunca descanso, que siempre estoy luchando. Y es verdad. pero no es ese mi único problema.

No es el santo abandono de  aceptar el cancer o cualquier otra enfermedad mortal,  que lejos de ser nuestro enemigo, es el amigo que nos librara de esta vida, cuya imagen es sólo apariencia....un cúmulo de sueños y soledades.

Es el santo abandono de aceptar que somos ángeles caídos y que, por el pecado, somos enemigos de Dios y que el Destino se cierne sobre nosotros, para nunca más escapar....

¿Tengo derecho a quejarme?

Hay gente que esta peor. Hay gente que esta peor físicamente. Hay gente que espiritualmente no ve su propia inmundicia.

 ¿Pero es ésto consuelo?

"Si no hacéis penitencia, todos pereceréis igualmente"

La Igualdad de la Muerte....Un Juicio Justo....

¿Quien ganara al final ? ¿San Dimas o Gestas?


Del Evangelio según san Lucas 23, 33.42-43
Cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", lo crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de ellos decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso».




© Drakia Von Thaubergh



domingo, 24 de junio de 2012

LA FLOR DE LA EDAD



Heme aquí , sin saber que escribir, Con miedo de colgar una poesía, una prosa y que alguien se adjudique de su autoría....

Ahh, pero me cansé. Necesito escribir cosas, mis cosas...y de repente también me cansé de escribir en un mudo cuaderno, cuyo fin más próximo será de seguro el fuego, para que miles de letras y memorias queden en el olvido y mis reflexiones sirvan de cenizas y nada más.

Hoy, día de San Juan, doy comienzo a este blog, que no tiene otro destino que el de expresar palabras que vienen a mi mente. Si se roban estas mis palabras, bueno...supongo que no podré hacer nada, excepto decirle que....no tienes ideas originales, eres un perdedor...

Tengo 33 años, soltera y sin hijos. A dias de cumplir 34. No es afán de aportar datos. Es que llegué a un punto en mi vida en que definitivamente no paro de pensar...no paro de pensar porque siento que el tiempo se me escapa de entre las manos. Y que la vida no me esta dejando nada en lo que aferrarme realmente...

Y sí, el portal de este blog es oscuro...mi oscuridad...oscuridad que muchos tacharan de ridículo, de no acorde a mi edad.

Estoy cansada de que me digan qué es acorde a mi edad.

"Estas en la flor de la vida", me dicen. Ja. Y yo no puedo evitar imaginar una publicidad de yogur descremado, con una modelo casi cuarentona, saltando ágilmente bajo un sol esplendoroso, con un rostro de mil feliz cumpleaños que dan ganas de pegarle con algunas de mis botas de cuero que ya no puedo usar.

¿Qué es la flor de la edad?


Cuando tenia 13 años pensaba que eso era a los 15. Luego me di cuenta que a los 15 no estas en la flor de la edad, sino que apenas sos un pimpollo.Llegas a los 20 pensando: he aquí la flor de la edad. Y en realidad te das cuenta que en realidad no te han dicho toda la verdad. Es la edad en que empiezas a trabajar, a desvelarte (por trabajo, estudios  o fiesta) y te das cuenta que en realidad, pese a todo, no lo estas disfrutando porque estas en una loca carrera a quien sabe dónde. Luego llega la crisis de los 24 años...la cima de la montaña rusa....en esa que pensas....¿Y esto cómo sigue? Porque tienes el leve presentimiento de que  lo que decidas a esta edad, será toda tu vida. Y hoy, 10 años más tarde, vivo para confirmarlo.Pero definitivamente no es la flor de la edad.


Mucha gente, a los 24 años, ya tiene hijos, tal vez una casa, mal que mal, o viven con los padres, suegros. Y dicen: "Se me fue la flor de la edad, tengo que criar estos niños, que me absorben todo, no tengo tiempo para mi, laburo todo el dia para ellos nomás, etc". Ja. Me pregunto cuándo pensaban tener hijos..¿cerca de la menoupausia, con dolor de cintura y cero paciencia? Dichosos que pueden trabajar y aún les queda fuerzas para estar con los hijos y disfrutar con ellos.



Otros dicen que es a los 30, cuando terminas los estudios, cuando conseguis trabajo estable (¿dónde? No en este país.), cuando sabes lo que queres (nunca sabes lo que queres). Puede ser. Pero es peligroso atribuirle la flor de la edad. Porque a veces se tiene la sensación de que uno esta listo para la vida, pero la vida a tomado otra dirección y te ha dejado de a pie.

Quizás suene ácida, agria...pero no puedo evitarlo. Es que parece que la vida, la flor de la vida, consiste en TENER: Tener, casa, empleo, esposo, comida para vivir, viajar, tener amistades. Nacer, alimentarse, crecer, reproducirse y morir. Fin de la historia. No creo que esa sea la flor de la vida. No puede ser tan trivial.

Tampoco es la flor de la vida el desarrollarse como persona, ser un miembro noble  y útil para la sociedad, vivir con el pincel en la mano y la pluma en la otra, escribir (como yo) un libro que luego será historia de olvido. Y aun que ninguna de éstas cosas quede en un rincón de los recuerdos, si pasa a los anales de la historia....aún así digo que eso no es la flor de la vida.

Hay quien cree que la flor de la vida es sentirse vivos. Y por eso se tiran de un paracaidas, hacen caída libre, escalan picos complicados, navegan aguas de muerte....sólo por un poco de adrenalina. Considero que estos no sólo NO estan en la flor de la vida, sino que más bien, están a escasos centímetros de darse el porrazo de su vida... estúpidamente. Es mejor que  vayan a la guerra o vayan a rescatar jóvenes en zonas peligrosas. Tiene mucho más sentido.

Y es por que la vida es humo que pasa. Es como el Eclesiastés y I de Corintios 13 todo junto.

Si la vida fuera tener, dos horas de vida de un recién nacido que luego muere, no tendría sentido. Toda una vida de sufrimiento, de sinsabores, no tendría sentido.

Por que no siempre la vida es como uno la quisiera. Opino que la flor de la vida no es una edad.Muchos se van de este mundo sin haber conocido la flor de la edad.. Otros viven en  un estado permanente de la flor de la edad...pero esos son escasos.

He de ser sincera. He llegado a mis 33 años un poco peleada con Dios. No es por que la vida me vaya mal. No estoy sola. Tengo un amor que me acompaña. Tengo mi familia. Tengo gente que se preocupa por mí. No es eso. Podría ser millonaria, tener una salud rebosante, muchos hijos, un esposo admirable y aún me sentiría miserable....

Considero que la flor de la vida es un estado de amor, de donación. Ha sido cuando más he sufrido, cuánto más digna  he sido.Y cuánto más incompresible ha sido mi dolor, más he sentido que florecía.

Ah, pero el sufrimiento debe ser puro......porque el Diablo no es tonto...y pronto acosa no sólo con su Oscuridad, sino con la propia de una.

No hay nada peor que el sufrimiento que no tiene sentido. El Santo Job sabía muy bien de esto.

No hay nada peor que rezar y no ser escuchado.

Lo peor no es el dolor, sino la oscuridad que trae el pecado. Y cuando la oscuridad es grande...cuando el sufrimiento y el pecado  van de la mano....por que una es tan débil...un ángel caído...Cuando un vicio se hace carne...

San Francisco no tenia a nadie más que a Dios. Y lo tenia TODO. Porque, justamente, no tenía NADA.

Vivía en un estado de "floración" continua.....

Vivía en amistad con Dios. Su vida no era un comer, beber, dormir, tener. Su vida era SER CON DIOS.

"SER"....Esa es la clave y no puede dartelo nadie, ni una persona, ni cosa, ni nada de éste mundo. Sólo Dios puede llenar el alma de SER. Porque , si aún no lo saben....SÓLO ÉL ES. Nosotros no somos nada.

Alguno amigo habrá que me cuestione esto. Creerá que descubrí verdades. Pero la verdad es que hace mucho que sé estas cosas.Dirá también que parezco  no estar disgustada con Dios.

Pero es por que en mi vida casi siempre ha sido oscuridad y dolor inútil, sin gracia. Porque me he marchitado sin florecer.

Quizás alguno diría que porque no me voy al confesionario y ya. Nada más doloroso para el sediento, que tener un lago de agua fresca cerca y no poder beberla. Sumamente tormentoso.

Escribo aunque sé que no seré comprendida. Y también  para dar testimonio de que otros, que no tienen   una gran oscuridad acechándolos en su vida Y NO LA APROVECHAN, y dejan pasar la flor de la edad...No quisiera estar en sus zapatos en el día del juicio. Porque para algunos parece tan fácil salvarse.....ser santos...y no lo son...

Decía Clotilde, en la mujer pobre de León Bloy


«La única tristeza» —insinúa Clotilde—
«es la de no ser santo», añadiendo, «aquí abajo».
¿Pues no basta, me digo, un corazón humilde
ni el espíritu hecho a piadoso trabajo?

¿Tampoco es suficiente tolerar la injusticia,
eludir el halago con natural modestia,
desconocer a un tiempo altivez y codicia
o cumplir los deberes sin acusar molestia?

No; que el ser sobrehumano, aquel que a sí renuncia,
el mismo que se niega y carga con su cruz,
el que calla dolores y alegrías anuncia
para alentar al prójimo con el amor debido,
es el que alcanza —único— áureo nimbo de luz,
el santo que Clotilde lamenta no haber sido.

(Traducción: Marilina Rébora)






© Drakia Von Thaubergh